Wind of Change

Abstract – Pepe and Paco, two comrades at the Air Force, talk about their current concerns regarding the military career. Their discussion takes place in the framework of the economic crisis that is currently ravaging Spain, particularly its younger generation. In this informal dialogue, Pepe, the optimist, and Paco, the sceptic, analyse the hopes and fears of citizens as well as recent political developments, in light of the wind of change that has been blowing for the past couple of years in Spain.

The original text is available hereunder. For further information please contact AUME.

TIEMPO DE CAMBIOS

  • Estamos viviendo en España una etapa interesante, me parece a mí -dijo Pepe mientras terminaba de liar un cigarrillo dándole la apariencia, quizás buscada, de un porro.
  • ¿Tú crees? ¿En qué te basas? –contestó Paco, su compañero de promoción, escéptico por naturaleza.
  • Pues está claro, Paco. Apenas hace tres años que en este país la gente ha empezado a mostrarse hastiada, golpeada por las crisis y por la falta de perspectiva. Esta crisis despiadada ha robado el futuro de toda una generación, la de tus hijos y los míos. Una generación mejor formada y más preparada que la de sus padres y que se ve abocada a aceptar contratos basura aquí o a largarse al extranjero para que sean reconocida, en el mejor de los casos, su formación universitaria.
  • Ah! Pensé que te referías a las propuestas que se están barajando para modificar lo que a ti a mí nos interesa, la ley de la carrera militar, el código penal militar y todo eso. La juventud en España lo tiene crudo pero no menos lo tienen los miles y miles de militares de tropa que están empezando a irse a la calle. Con cuarenta y cinco años, con familia, hipoteca, a mitad de su recorrido profesional, se van a ver en la calle sin posibilidad real de encontrar un trabajo. Es decepcionante que el gobierno decida prescindir de profesionales bien formados para reemplazarlos, a mitad de su vida profesional, por jóvenes recién llegados sin experiencia alguna, cuando lo normal sería que ese reemplazo se produzca una vez finalizado su recorrido profesional, alrededor de los sesenta años, cuando se haya sacado provecho de toda una trayectoria vital.
  • Sí, ya sé que es una pena ese desaprovechamiento –asintió Pepe-, pero el problema que mencionas yo lo incluyo en el gran problema generacional que he mencionado. Todas las demandas que venimos presentando en AUME, desde el principio, diez años hace ya, forman parte al fin y al cabo de la demanda general de un futuro seguro, o al menos de una ilusión de futuro, de toda la sociedad española, especialmente de los jóvenes. El cambio al que me refiero, del que intuyo que no nos estamos dando cuenta suficientemente, es el que se está fraguando con la aparición de nuevas fuerzas políticas que quieren romper con una forma de gobernar que se está mostrando caduca, ya amortizada. La Constitución del 78 hace aguas por varias partes y los que mandan se resisten a reformarla.
  • Ya, ya conozco todo eso, Pepe. Pero, ¿tú crees que si alguno de esos nuevos partidos llega a gobernar, o a influir en el gobierno, va a cambiar algo para nosotros, los militares? Perdona que sea escéptico pero ya hemos visto en ocasiones anteriores promesas que luego se olvidan fácilmente.
  • Hombre, Paco, no quiero pecar de optimismo, pero confío en que, subiéndonos a esa ola de cambio podamos conseguir algunos de los objetivos que venimos pidiendo. Las elecciones del 20 de diciembre pueden cambiar el sistema hegemónico del bipartidismo en este país y las formas despóticas de las mayorías parlamentarias pasarán a la historia, al menos durante varias legislaturas. En ese confío.
  • Pues, qué quieres que te diga. Yo no lo veo tan fácil. Más bien pienso que, gobierne quien gobierne, pronto se olvidarán de todo lo que hayan prometido en materia de personal militar. Una vez arriba, todos los políticos pasan a pensar de forma idéntica. Se embriagan con el poder y se encapsulan inmediatamente perdiendo todo contacto con los gobernados. Tiempo al tiempo.
  • ¡Vamos, venga, Paco! Es evidente que algo está cambiando. Sólo tienes que mirar los titulares de la prensa. El partido Podemos nos está apoyando desde el principio en nuestras reivindicaciones, nos ha llevado al Parlamento Europeo a que expongamos nuestras demandas, se ha mostrado abierto a cualquier tipo de asesoramiento en materia de defensa. El mismo documento que AUME ha presentado a todos los partidos políticos les ha sido presentado a ellos, fijando uno por uno los problemas pendientes de resolver en materia de política de personal en nuestro ministerio. ¡Si hasta han fichado a un general de cuatro estrellas para su causa!
  • ¡Sí, es verdad! ¡Qué bombazo informativo! El que fuera segundo espada de la ministra socialista Chacón, nada menos que el jefe del Estado Mayor de la Defensa, ha salido de la “taquilla” mostrándose dispuesto a arrimar el hombro para que las cosas cambien de verdad. Desde luego, el general Julio Rodríguez ha sido realmente valiente, visto de dónde viene y en qué ambiente ha desarrollado su vida profesional.
  • Sí, habrá que reconocerle un auténtico arrojo pues bien sabía de antemano que, si daba este paso, iba a ser objeto de las más duras críticas por parte de sus antiguos compañeros y de muchos sectores conservadores. Nadie se podía imaginar que un general fuera a presentarse como candidato al Congreso por un partido de izquierdas. En España no estamos acostumbrados a ver generales de izquierdas. Más bien a todo lo contrario.
  • Bueno, a decir verdad, a ti y a mí no nos ha parecido tan extraño conociendo como conocemos la trayectoria ideológica de Julio. Ya en la última asamblea del Foro Milicia y Democracia, cuando le votamos como nuevo Presidente el pasado mes de abril, sabíamos de su tendencia política y de su vocación conciliadora. Gracias a él se consiguió una Junta Directiva de lujo en la que tenemos prestigiosos profesionales del mundo académico, la magistratura, la diplomacia, el periodismo, la milicia, etc.
  • Sí, es verdad, eso hay que reconocérselo. Lo que me parece indignante es que una actividad académica que estaba prevista hace un par de semanas, auspiciada por el Foro y presentada por él mismo, haya sido cancelada sin explicación alguna. El Director del Centro de Estudios Políticos y Constitucionales, un tal Pendás, estimó que había que castigar a Julio por díscolo, castigando así a todos los miembros del Foro.
  • Para mí que ese tal Pendás recibió la correspondiente llamada de Presidencia del Gobierno para cancelar el acto. Un acto, por otra parte, tan “peligroso” como debatir sobre la Constitución y las Fuerzas Armadas. Me ha parecido realmente una maniobra rastrera que descalifica a quien tomó la decisión y daña la imagen de ese Centro. Menos mal que finalmente pudimos transferir el acto, conservando día y hora, al Ateneo de Madrid, catedral de ideas por excelencia.
  • En todo caso, Pepe, ¿a qué te refieres cuando hablas de una época de cambio?
  • Pues no sólo a la irrupción de nuevas fuerzas políticas sino al cambio que se está produciendo al mismo tiempo en la percepción de los militares por esos nuevos dirigentes. El fichaje de Julio, aunque es el más mediático, no es el único.
  • ¡Ah! ¿Te refieres al de la comandante Zaida Cantera por parte del PSOE?
  • Sí, claro, ese es uno más, Paco, pero seguro que no será el último. El abuso sexual que sufrió Zaida y sobre todo el acoso laboral posterior la hicieron salir del ejército, dejando de paso evidencia del estruendoso silencio cómplice, cuando no directamente culposo, de un mal entendido compañerismo. La parte buena de todo esto es la tendencia creciente, en prácticamente todos los grupos políticos, a considerar a los militares como ciudadanos corrientes, que tienen derecho a participar en los asuntos de este país como cualquier otro profesional, bien como asesores, consejeros o directamente como políticos, dejando, claro está, temporalmente el uniforme en este último caso.
  • Te veo muy optimista, Pepe. Seguro que cuando esos u otros políticos lleguen a gobernar se olvidarán rápidamente de que existimos. ¿No ves que no damos guerra, que por nuestra formación, nuestra profesión, somos un colectivo disciplinado, que no levantamos la voz?
  • Paco, no me negarás que esto está cambiando. Sólo te recuerdo que el pasado 14 de noviembre AUME estuvo en cabeza de manifestación con los guardias civiles apoyándoles en primera línea en sus reivindicaciones a las mismas puertas de la Dirección General de la Guardia Civil.
  • Sí. Ahí te doy la razón, Pepe. Por cierto, ¡qué envidia me daba ver cómo se llenaban las calles con miles y miles de guardias civiles llegados de todas las provincias para demostrar que son una asociación viva y solidaria. ¿Cuándo llegará AUME a verse así, con prácticamente la mitad de las fuerzas armadas afiliada? Si los guardias civiles son unos setenta mil, sólo la AUGC tiene la mitad de afiliados. En la misma proporción, más de sesenta mil militares deberían estar afiliados a alguna asociación profesional.
  • Claro, Paco. Ese es nuestro sueño. Recuerdo con cierta amargura la última concentración que convocamos, en la Plaza Dos de Mayo, el pasado año, a la que acudimos poco más de un centenar de personas. Para mí fue demoledor comprobar la falta de empatía, la desidia, miedo tal vez, falta de arrojo en todo caso, de los muchos compañeros que simpatizan con nosotros, afiliados o no, pero que no arriman el hombro en momentos cruciales como aquél.

Caminaban los dos por las inmediaciones del estadio Bernabéu, en busca de un Vip’s para comer algo rápido antes de volver al curso de Access que seguían en la sede del Ministerio de Defensa cuando, echando la vista atrás, le vino a la memoria a Pepe que aún seguirían reunidos los representantes de AUME en el Consejo de Personal que se reunía ese día.

  • Oye, Paco, ¿crees que habrán terminado ya la reunión del COPERFAS? No quiero imaginar qué cara habrán puesto la Subsecretaria y los jefes de personal cuando AUME les haya anunciado que no asistirá a más consejos. Porque, ¡ya está bien de tragar con la inacción deliberada de ese organismo! Propuesta que presentamos, propuesta que rechazan. Sólo en contadas ocasiones nos han hecho caso. Eso sí, en todas las nuevas normas especifican que para su aprobación han consultado con las asociaciones de militares. ¡Consultadas pero ninguneadas!
  • Sí Pepe, sí. Se ve que este gobierno ha tenido que cumplir la ley de derechos que les dejó el gobierno anterior y han creado el consejo para cubrir el expediente, pero vaciándolo de contenido. Para el ministerio es más cómodo no involucrarse de verdad en los problemas de personal y dejar que los cuarteles generales sigan manejando esas políticas.
  • Claro Paco ¡Si hasta lo ha reconocido más de un diputado! Es increíble que la aplicación de los derechos fundamentales a un colectivo tan numeroso como los miembros de las fuerzas armadas la dejen en manos de los estados mayores, que deberían ocuparse de materias que le son propias como el planeamiento, las operaciones y la logística. Los derechos fundamentales deben estar regidos por la Constitución y las leyes que la desarrollan en la materia para todos los ciudadanos, incluidos los ciudadanos militares.
  • Por cierto, Pepe, ahora que mencionas lo de “ciudadanos militares”, ese es el título del libro que AUME va a presentar en breve. Me lo ha dicho uno de sus autores, que es de la Junta Directiva.
  • ¿Ah sí? No sabía. ¿De qué trata?
  • Pues, según me han dicho, de los antecedentes del asociacionismo militar, del derecho comparado en la materia, de la justicia militar, de la creación de AUME y sus vivencias, peripecias, anécdotas. Tiene que ser interesante. La presentación la van a hacer en la Facultad de Políticas de la Complutense. Como diría un anuncio de la tele ¿Where else?
  • Tiene que ser interesante leerlo. Cuando sepas el día y la hora de la presentación me lo dices. No me lo quiero perder.
  • Oye, vamos a pedir ya los cafés que se nos va el tiempo y hay que volver al curso. Ya seguiremos hablando de todo esto.
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